High Kirk

El whisky escocés de malta y el jerez han disfrutado de una relación simbiótica, en términos tanto de negocio como de sabores, pero he querido crear un cocktail que recalque la poco utilizada conexión de Manzanilla y whisky puro. En selección de botas y en cocktails, los jereces más robustos y oxidados son las elecciones obvias para acompañar un whisky, pero los sabores de maltas puros costeros y de jereces 'costeros' siempre me han fascinado más. El whisky Glenfarclas añade a la bebida unas notas de malta frutales y una marca de chocolate, al que la miel y el Benedictine incorporan una mayor profundidad, conservada suave, fresca y salina por la Manzanilla. Más o menos como una tarta almendras a la que se añadiera una buena dosis de sal que hiciese brotar los sabores. La camomila vino del deseo de dar a la bebida una nariz fresca y floral que fuera con la piel de limón de aderezo. Originalmente también iba a ser decorativo, pero añadirlo al Glenfarclas aligera el whisky sin tapar sus ricos sabores a malta, y ayuda a desentrañar las características más herbosas y suaves de la Manzanilla.